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La Generación Z exige más voz en el lugar de trabajo. Las empresas pueden utilizar la democracia para contrarrestar la escasez de mano de obra cualificada.
La juventud de hoy Despotricar de las generaciones posteriores siempre ha sido un tema favorito en la mesa de los habituales. Puede que muchas cosas fueran diferentes en el pasado, pero desde luego no todo era mejor. El mundo laboral en particular ha cambiado, sobre todo la relación entre empleados y empresarios.
Un estudio de la consultora de RRHH Randstad revela que la Generación Z -los nacidos entre 1997 y 2012- se apresura a dar la espalda a su empleador si no se cumplen sus expectativas. El 56% de los encuestados preferiría dejar su trabajo antes que aceptar quejas como un mal trato por parte de los superiores, normas sociales inadecuadas o falta de sostenibilidad. En este sentido, difieren de las generaciones anteriores, que estaban más dispuestas a aceptar inconvenientes a cambio de un salario acorde.
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